El elevado precio del dinero no consigue doblegar los precios

Los malos datos de inflación empujan al BCE a subir tipos más allá de marzo hasta superar el 4%

BCE Inflación

Los malos datos de inflación en la Eurozona pese al incremento del precio del dinero que inició el Banco Central Europeo en junio del año pasado auguran más subidas de tipos de interés, además de la prevista de 50 puntos básicos en marzo. Aunque la institución presidida por Christine Lagarde aseguró en febrero que en las próximas reuniones las decisiones se adoptarían en función de las cifras y de la información disponible, de momento no se ha constatado que el endurecimiento de la política monetaria esté consiguiendo aplacar la inflación como se preveía. Con el ajuste que se producirá ahora en marzo, los tipos de interés se situarán en el 3,5%, pero los mercados ya descuentan que estos se situarán más allá del 4% a lo largo del ejercicio.

Estos hechos refuerzan, aún más si cabe, la posición del ala dura del banco central, los llamados halcones, partidarios de llevar hasta el último extremo la estrategia de rigor monetario hasta que la inflación no dé señales de encaminarse inequívocamente hacia el 2%, que es el compromiso fundacional del BCE. Esta línea de pensamiento es la dominante en estos momentos en la institución y parece contar con el respaldo de Lagarde. Hoy mismo, en una entrevista concedida a Espejo Público, la máxima responsable de la entidad dijo que «es muy probable» que los tipos de interés de la eurozona suban en marzo otros 50 puntos básicos, mientras que ha descartado cualquier bajada del precio del dinero antes de que la inflación se haya estabilizado en línea con la meta del 2%, algo que no espera que suceda antes de 2025, advirtiendo de que la tasa no regresará al nivel negativo de años pasados.

Aunque ha señalado que «los tipos no se mantendrán altos para siempre», ha advertido de que sólo cuando la tasa de inflación de la zona euro se haya estabilizado en línea con la meta del 2%, «entonces podrán reducirse». En gran parte, la resistencia de los precios a ceder responde a la falta de coherencia entre la política fiscal y la monetaria. De hecho, la Comisión Europea, la encargada de vigilar las políticas presupuestarias de los países miembros, mantiene suspendida durante este año la regla de estabilidad fiscal, lo que equivale a dar barra libre a los gobiernos para que gasten mucho más de lo conveniente, aseguran fuentes cercanas a la entidad con sede en Fráncfort consultadas por OKDIARIO.

De acuerdo con estos mismos medios, la inflación da muestras de una gran resistencia a la baja por el aumento de los costes derivados de la guerra de Ucrania, que han tardado un tiempo en trasladarse al precio de los bienes de consumo y de los servicios, así como por el gasto público en el que han incurrido los gobiernos, de manera particular el español, que están sosteniendo la demanda e impidiendo la adaptación del comportamiento de consumo de los ciudadanos al súbito y prolongado empobrecimiento sucedido tras los últimos acontecimientos provocados por la invasión de Rusia. En todo caso, dichas fuentes insisten en que también «existen claros problemas de oferta que hay que resolver, y que la única receta para ello es facilitar la inversión de las empresas». Por ello, coinciden con Lagarde en que, en algún momento, la subida de los tipos debe parar porque, aunque no es su cometido, el BCE tampoco está interesado en inducir una recesión que impida precisamente el aumento de la oferta imprescindible para reducir la inflación.

La tasa de inflación interanual de la eurozona se situó en febrero en el 8,5%, lo que implica una bajada de una décima frente al dato de enero, según la lectura preliminar de la oficina comunitaria de estadística, Eurostat, que muestra una escalada de la inflación subyacente de la eurozona, que excluye el efecto de energía y alimentos, hasta un récord del 5,6% en febrero. De este modo, la tasa de inflación interanual de la zona euro acumula ya cuatro meses consecutivos de desaceleración y se sitúa en su nivel más bajo desde mayo de 2022, antes de que el Banco Central Europeo (BCE) comenzara a subir los tipos de interés. En el mes de febrero, el alza de los precios de la energía se moderó al 13,7% desde el 18,9% de enero, mientras que el encarecimiento de los alimentos frescos fue del 13,6%, frente al 11,3% del mes pasado.

Asimismo, los servicios subieron un 4,8% interanual, cuatro décimas más que en enero, y los bienes industriales no energéticos se encarecieron un 6,8%, una décima más que en el mes anterior. Al excluir del cálculo el impacto de la energía, la tasa de inflación interanual de la zona euro se situó en febrero en el 7,7%, frente al 7,3% de enero, y al dejar fuera el efecto de los precios de los alimentos frescos, el alcohol y el tabaco, el índice de inflación subyacente escaló al 5,6% desde el 5,3% de enero, el nivel más alto de toda la serie histórica. Este es el indicador que constituye un quebradero de cabeza para el BCE, porque es el ancla de los precios y el que señala el suelo de la inflación, de momento difícil de perforar.

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